Dios le da las batallas más difíciles a sus mejores soldados. Esta frase me acompañó durante toda la estancia en la UCI. Iba a volver con los míos, debía ganar esta batalla.
La UCI es una gran sala con pequeñas habitaciones sin puertas y donde los médicos, enfermeras, auxiliares, limpieza… se convierten en tus acompañantes durante 24 horas. Tu familia sólo tiene acceso dos veces al día, la hora de comer y la de cenar. Son los dos momentos más felices del día.
Es importante estar lo más atento posible a todo. Yo desarrollé el sentido del oído de manera extraordinaria. Había una enfermera para cada dos pacientes y dos auxiliares para cuatro. Cada día preguntaba el nombre de mi enfermera y de mis auxiliares, quería centrarme en ponerme buena y para ello estaba atenta a lo que decían los médicos y comprobar que las enfermeras no olvidaban ninguna de las órdenes, os aseguro que más de una vez tuve que pedir que por favor consultaran de nuevo a los médicos. No obstante tuve muchísima suerte con las personas que se ocuparon de mí.
En la UCI no es recomendable saber mucho de tus compañeros, no suelen haber noticias buenas. Las horas se hacen eternas y dormir da miedo por si no te vuelves a despertar.
Una de las cosas que más les preocupaba eran mis valores de Proteina C reactiva, que indica el riego de desarrollar enfermedades cardiovasculares si su valor es superior a 3.0 mg/l. Mis valores eran de 213 mg/l, si si, no me he equivocado al colocar la coma. Superaba en 210 mg/l los valores que se consideran de alto riesgo.
Solicitan entonces los valores del Dimero D para descartar la presencia de un trombo. Los valores de referencia son (0-250). Mis valores son de 3.440 ng/mL. Superan en 3150 ng/mL los valores techo.
Estos datos no pintan muy bien.
Frente a mi cama, me colocan las fotos de mis hijos, y la imagen de la «Geperudeta» la Virgen de los Desamparados, la Patrona de Valencia.
No puedo moverme, debo estar tumbada boca arriba con los brazos en cruz, voy llena de cables y con mascarilla por la baja saturación de oxígeno. Me cambian los antibióticos, quieren conseguir bajar los valores de infección en sangre. Serán días y noches en la misma posición, sueño con dormir de ladito, con los brazos juntitos y con los míos.
Espero como agua de mayo la hora de la comida y cena para ver a mi familia y tomar fuerzas. Creo que ellos no saben que son mi mejor medicina.